Gracias, hermano Latuf por ese requiem filial de Bertha, que nos dió el ejemplo de poner fin a su larga y rica vida, de puntillas, sin molestar, apagándose como una vela aquí para seguir iluminado en el misterio del más allá.
Roseana y Evelyn van a estar felices con tu epitafio y tu cariño.
domingo, 9 de maio de 2010
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