sábado, 14 de março de 2009

ALSO SPRACH JORGE LOVISOLO, MI FILÓSOFO FAVORITO

Querido Latuf:

Gracias por el acopio de información sobre la corta pero turbulenta vida de Castro Alves. Vida intensa, colmada de un torbellino de avatares de distintos signos: dichosos y penosos: amantes voluptuosas y enemigos tenaces, victorias y derrotas. En fin, Eros y Discordia. C'est la vie.
Esta visión me permite retomar una reflexión tuya sobre la "edad de mierda" que ayer me confiaste al pasar.También para mi, la vida es la alternancia rítmica de instantes penosos y dichosos, complementariedad polémica que nos permite decir "aquí estoy", "encore je suis vivant": última exclamación de un Calígula apuñalado en el drama de Albert Camus.Si la vida es una sucesión de instantes, qué importa la edad entendida como sumatoria de años? Lo que importa es la intensidad del instante. Acaso, podemos tomarnos en serio el tiempo lineal del calendario? Tampoco podemos tomarnos en serio la "durée" de Bergson o el "extasis" de Heidegger. Mas bien deberíamos prestarle debida atención a la "vida breve" ("brachus o bios" de Marco Aurelio) o al acompañante vitalicio de ese filosofema estoico: el "carpe diem" de Horacio.Y ahora no puedo dejar de citarte el verso I, 11 de Horacio: "La suma brevedad de la vida nos impide albergar una larga esperanza". Por consiguiente, la edad del calendario no importa. Lo que importa es cómo vivimos la intensidad del instante. El calendario hay que regalárselo a los oficinistas: para ellos la intensidad del instante no vale nada, sólo se atienen al reglamento y al expediente, es decir, al tiempo burocrático del calendario, colgado en la pared de la oficina: algunos dias suelen estar tachados con una cruz: señala la fecha de un pagaré vencido.No sé si soy claro en lo que pretendo expresar.Pero, a fin de resumir, lo que quiero transmitirte se deja sintetizar en dos palabras: intensidad del instante. Es lo que Walter Benjamin llama "Iluminación" que sólo es posible en un tiempo reversible, sin antecedentes ni consecuentes, sin "antes" ni "después". En suma, se trata de un tiempo virgen, aún sin usar. Para mi, ese es el tiempo de mi "edad". Convivo con él y él convive amistosamante conmigo. Nos llevamos bien, sin ansiedades ni temores.
Mis disculpas por estas reflexiones filosóficas. Si algún atenuante me cabe es saber que vos las has motivado.
Un abrazo.

Jorge

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